lunes, 20 de abril de 2009

Fetichismo libresco


  Leyendo el post de Marcelo de "La menor idea", en el cual contaba la patriada de ordenar la biblioteca, se me vinieron a la mente un montón de sensaciones, sentimientos y manías que quisiera compartir con ustedes. Sé que parecerán rarezas pero, también sé, que lo raro es que alguien lo cuente porque, como pasa con los fetichistas postmodernos, la mayoría oculta su fetichismo y hasta hay quien puede llegar a negarlo.
  Sé, es más, estoy segura de que no soy la única fetichista libresca. Somos muchos, casi demasiados -diría- y hasta me atrevería a proponer una "marcha del orgullo fetichista libresco" en un tiempo no mediato.
  A lo que nos compete: ¡Adoro los libros!
  Jamás se me ocurriría ser una compradora compulsiva de ropa o de joyas pero, cuando me deprimo, rasco monedas de donde no hay y me voy a recorrer librerías y el sólo contacto visual ya me alegra. 
 Cuando voy a la biblioteca, recorro con la mirada uno a uno cada título de aquellos lomos de libros sublimes, todos atractivos, todos valiosos y, cuando uno me atrae en particular, 
acaricio con deleite sus contornos, sus páginas, su cuerpo...
  Allí están, cada uno con su personalidad y su historia de vida. Están aquellos ajados por el tiempo y el uso. Suelen ser los más atractivos. Eso sí que se las saben todas. Al leerlos -porque también los leo- busco los rastros, las huellas de los otros lectores. Y pensar que tantas miradas y tantos pensamientos pasaron por esas mismas líneas... es como si en el acto de leerlo se doblara el plano temporal tantas veces como lecturas hubo y estuviésemos todos juntos a la vez, unidos por las mismas palabras que tienen cosas nuevas para decir una y otra vez.
  Cuando se trata de comprar libros, ¡qué placer! ¿Ya les dije que los adoro? Bueno, cuando compro un libro lo primero que hago antes de leerlo es olerlo, olerlo intensamente. Yo nunca aspiré un perfume más rico que el olor a libro nuevo. Los libros viejos también tienen su encanto, no vayan a creer que discrimino. 
  
Los libros, como los hombres, según su edad nos dicen distintas cosas con sus diversos perfumes corpóreos. En los nuevos, el territorio virgen a explorar, la seducción del decubrimiento, la primera lluvia de verano; en los más veteranos, nos atrapa el aroma a camino recorrido, la acumulación de experiencias maravillosas que nos vienen al encuentro de golpe, aroma a tierra mojada por sucesivas lluvias.
  Realmente creo que tendrían que sacar algún perfume -masculino- con fragancia a libro nuevo y a libro viejo, según los gustos. No saben el éxito que tendría.

12 comentarios:

  1. sí, yo también amo los libros

    me gusta mucho comprarme uno, el problema es que se me van acumulando y no los leo!!!

    el olor de los libros es genial... pero para los libros! no quedaría bien en un hombre...

    besos!

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  2. Maravillosos, a mi me fascina el olor a libros, y eso si para leerlos siempre, es un gusto descubrir lo que nos entregas en tu post.. muy interesante..

    gracias por compartirlo

    un placer leerte siempre.

    saludos fraternos
    un abrazo

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  3. Yo me apunto a esta marcha del orgullo fetichista libresco. Incluso propongo que -para que todos los fetichistas puedan venir- que los que quieran desfilen con una máscara. También me apunto a experimentar con ese perfume, a ver qué pasa. A lo sumo, me mandarán a la mesa de saldos...
    Lo que no puedo aceptar de ninguna manera, es el placer fetiche por los libros de la biblioteca pública, las cuales quiero mucho. Pero un fetichista libresco de ley, atesora para poder hacer lo que quiera...Y para eso, es necesaria la posesión.
    Un beso!
    (Gracias por la mención)

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  4. Me gusta la idea de sacar un perfume masculino con olor a libro; la acepto con más gusto que a la idea de Athos de hacer un perfume con olor a asado.

    ¿Viste la bien llamada "patriada" de Marcelo". Yo, la verdad, no me siento en condiciones de hacer tal cosa con mi biblioteca. Es mucho para mí.

    Un beso enorme.

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  5. Yo con el perfume a libros me atrevo. Pero el perfume a asado me supera. Salvo que sea al asador, ahí se puede negociar...Anímesen con la patriada, peor es planchar.

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  6. Marcelo: Tenés razón, peor es planchar, por eso no plancho, incluso lo publiqué en mi otro blog "Todo para la vida", allí explico cómo no planchar.

    Y el perfume a asado, no, no es para mí; a libros, sí.

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  7. ¡Ah! ¡Pensé que era la única chiflada por los libros!Por mi rinitis bonaerense no siempre puedo sentir los aromas. Adoro el olor de los libros viejos, de las hojas nuevas, de los lápices de colores, de la mandarina, del mate, del asado, de la tierra mojada... ¿Te imginás lo que soy en la Feria del Libro? Un saludo a todos desde Bs. As

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  8. me encantó el post de hoy, porque me sentí triplemente identificada: soy archirequetelectora, una librera que ama lo que hace y docnete de letras, ( tímidamente también soy un poco escritora, otro poco poeta, pero en fin), también me encanta oler los libros...
    besos

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  9. que horror!!! quise decir docente, jaja

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  10. Voy a buscar esos consejos Mariela!

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  11. Gracias a todos por sus aportes. Como veo que este tema da para más, me parece que voy seguirlo en el próximo post.
    Es verdad, peor es planchar.
    Por otro lado, me encanta que pasen a visitarme mis amigos y que hagan relaciones sociales entre sí. Un placer leerlos. Un abrazo grande

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  12. ¡Buena ocurrencia!
    En mi caso, que hubiera perfume de mujer con olor a libro. Uff ya se me ocurren chistes fuera de lugar...
    Un post encantador...
    Besos

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